Mc. 9, 33 – 41 ¿Quién es el mayor?


“Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos. Y acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado.
Juan le dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y además, el que os de a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa”




Comentario y pistas para la oración
Los discípulos están impregnados por los valores del mundo, quieren saber quién es más importante, es decir, quién está por encima de los demás, quién brilla más quien tiene más prestigio. Aunque ya hace tiempo que acompañan al Maestro por los caminos de Galilea, todavía no lo han entendido. Jesús les explica la importancia del servicio, de no darse importancia, de no esperar honores ni privilegios. En la comunidad cristiana todos tienen la misma dignidad, cada uno servirá en función de los dones recibidos.
El Maestro les pone como ejemplo a un niño. Los niños se saben vulnerables, carentes de fuerza, más ignorantes e indefensos que los adultos. Se confían plenamente a su padre, a su madre o a un hermano mayor. No podemos pensar que en tiempos de Jesús los niños eran considerados por la sociedad como lo son en nuestra sociedad occidental y desarrollada. En muchas sociedades actuales los niños trabajan, traen el agua a casa, lavan las ollas y platos en el río, barren la casa, lavan la ropa, cocinan, cuidan de sus hermanos menores, son obligados a servir a la familia incluso cuando tienen fiebre.
En este pasaje parece que Jesús a quién toma para abrazarlo es a un niño que es un criado de la casa, había mucha costumbre entre los judíos de tener un pequeño “criadito” en la casa y es a éste a quién Jesús toma como ejemplo.
A través del gesto de poner al niño en el centro y abrazarlo Jesús nos dice que a quienes tenemos que amar y servir son a los pobres, enfermos, huérfanos, ignorantes… porque ellos son sus preferidos.
En el texto llama la atención que Jesús tiene que llamar a sus discípulos, quiere decir que no estaban cerca para poderles hablar y enseñar. Este no estar cerca no se puede interpretar en sentido físico, sino de sintonía. Los discípulos están lejos porque no entienden. Por el contrario el “criadito” dice que “lo acercó” lo que quiere decir que estaba próximo a Jesús, solo estirar el brazo y ya lo podía coger. Es también un estar cerca existencial, porque este niño sabe lo que es servir sin honores.
En la segunda parte del pasaje vemos a Juan que no aprende la lección: ha impedido a uno que echaba demonios en nombre de Jesús que actuara, porque no forma parte del grupo. Por lo visto Juan se consideraba más importante que este otro seguidor de Jesús. Además Juan no llega a captar que lo importante es la obra de liberación que desarrolla este seguidor de Jesús. Lo que importa es liberar al hombre, vivir la caridad, atender la necesidad de los hombres. Pr el contrario Juan estaba poniendo la importancia en la pertenencia al grupo de discípulos. El Maestro da el criterio de discernimiento: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro"
Para orar y reflexionar


-         ¿Aprenderás tú los criterios del Reino? ¿Te considerarás superior a los demás? Es ¡tan fácil! creerse más importante que los demás.
-         ¿Serás capaz de reconocerte vulnerable, necesitado de los demás?

Inma Fabregat












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