“Llegaron a Cafarnaúm, y una vez en
casa, les preguntó: ¿De qué discutíais por el camino? Ellos no contestaron,
pues por el camino habían discutido quién era el más importante. Jesús se
sentó, llamó a los doce y les dijo: Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos. Y acercando a un niño, lo puso en medio
de ellos, lo abrazó y les dijo: El que acoge a un niño como éste en mi nombre,
me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha
enviado.
Juan le dijo: Maestro, hemos visto a
uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no
es de los nuestros. Jesús respondió: No se lo impidáis, porque uno que hace
milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra
nosotros está a favor nuestro.Y además, el que os de a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa”
Comentario
y pistas para la oración
Los
discípulos están impregnados por los valores del mundo, quieren saber quién es
más importante, es decir, quién está por encima de los demás, quién brilla más
quien tiene más prestigio. Aunque ya hace tiempo que acompañan al Maestro por
los caminos de Galilea, todavía no lo han entendido. Jesús les explica la
importancia del servicio, de no darse importancia, de no esperar honores ni
privilegios. En la comunidad cristiana todos tienen la misma dignidad, cada uno
servirá en función de los dones recibidos.
El Maestro
les pone como ejemplo a un niño. Los niños se saben vulnerables, carentes de
fuerza, más ignorantes e indefensos que los adultos. Se confían plenamente a su
padre, a su madre o a un hermano mayor. No podemos pensar que en tiempos de
Jesús los niños eran considerados por la sociedad como lo son en nuestra
sociedad occidental y desarrollada. En muchas sociedades actuales los niños
trabajan, traen el agua a casa, lavan las ollas y platos en el río, barren la
casa, lavan la ropa, cocinan, cuidan de sus hermanos menores, son obligados a
servir a la familia incluso cuando tienen fiebre.
En este
pasaje parece que Jesús a quién toma para abrazarlo es a un niño que es un
criado de la casa, había mucha costumbre entre los judíos de tener un pequeño
“criadito” en la casa y es a éste a quién Jesús toma como ejemplo.
A través del
gesto de poner al niño en el centro y abrazarlo Jesús nos dice que a quienes
tenemos que amar y servir son a los pobres, enfermos, huérfanos, ignorantes…
porque ellos son sus preferidos.
En el texto
llama la atención que Jesús tiene que llamar a sus discípulos, quiere decir que
no estaban cerca para poderles hablar y enseñar. Este no estar cerca no se
puede interpretar en sentido físico, sino de sintonía. Los discípulos están
lejos porque no entienden. Por el contrario el “criadito” dice que “lo acercó”
lo que quiere decir que estaba próximo a Jesús, solo estirar el brazo y ya lo
podía coger. Es también un estar cerca existencial, porque este niño sabe lo
que es servir sin honores.
En la
segunda parte del pasaje vemos a Juan que no aprende la lección: ha impedido a
uno que echaba demonios en nombre de Jesús que actuara, porque no forma parte
del grupo. Por lo visto Juan se consideraba más importante que este otro seguidor
de Jesús. Además Juan no llega a captar que lo importante es la obra de
liberación que desarrolla este seguidor de Jesús. Lo que importa es liberar al
hombre, vivir la caridad, atender la necesidad de los hombres. Pr el contrario
Juan estaba poniendo la importancia en la pertenencia al grupo de discípulos.
El Maestro da el criterio de discernimiento: “El que no está contra nosotros, está a favor nuestro"
Para
orar y reflexionar
-
¿Aprenderás tú los
criterios del Reino? ¿Te considerarás superior a los demás? Es ¡tan fácil!
creerse más importante que los demás.
-
¿Serás capaz de
reconocerte vulnerable, necesitado de los demás?
Inma Fabregat
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