Mc. 12, 41 – 44 Una viuda pobre


“Jesús se sentó junto al arca del Tesoro, y miraba como la gente echaba monedas en el arca, muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas. Entonces llamando a sus discípulos les dijo: os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir”


Comentario y pistas para la oración
En este pasaje Jesús se encuentra en el templo cerca del atrio de las mujeres, alejado del lugar donde la jerarquía del templo actuaba normalmente. Allí había tres cepillos para recoger las ofrendas de los fieles. Jesús está simplemente observando, pero su mirada llega más allá de lo que otros judíos podrían captar.

Las viudas en aquél tiempo eran personas vulnerables a todos los niveles, al perder a su marido quedaban expuestas a la pobreza, a la ley del levirato, a tener que ser recogidas en casa de algún familiar varón. Por tanto suponían un peso para la sociedad. La viuda se acerca al cepillo y echa en el dos leptas, los leptas eran las monedas más pequeñas del sistema monetario judío. Objetivamente la limosna que hace es insignificante, pero en realidad ella ha echado todo lo que tenía para vivir. Por tanto, esta mujer, a primera vista insignificante, es ejemplo de confianza en Dios, de valentía, de generosidad. Da todo lo que tiene para vivir, y se deja confiada en las manos de la providencia que cuidará de ella.
La costumbre en la época era decir en voz alta la cantidad que se había echado, así la mujer queda humillada pues ante la suma que echaban los ricos la suya era insignificante.
En el Antiguo Testamento podemos encontrar también el ejemplo de la viuda de Sarepta, esta viuda recoge en casa al profeta Elías. Le quedaba para vivir solo un poco de harina y aceite y es capaz de darlo todo para el profeta quedándose ella y su hijo sin nada. Yahvéh premia su generosidad. Esta viuda pobre, de ser supuestamente débil, inútil para la sociedad pasa a ser una mujer fuerte y salvadora del profeta. Lo mismo podemos ver en el caso de Tamar y Judith, se sacrifican ellas y así salvan al pueblo.
Podemos ir un poco más allá en la reflexión y ver como esta viuda que Jesús ve en el Templo es víctima de la explotación de los sumos sacerdotes. Su ofrenda es voluntaria, pero es posible que por la doctrina de los escribas esta mujer se sintiera obligada a hacer esa limosna, sin ser capaz de evaluar críticamente si es bueno hacerla o no. Sobre ella podía pesar un sentido de culpabilidad mal orientado.
Jesús en este pasaje después de haber observado llama a sus discípulos porque les quiere ofrecer su visión de los hechos, pretender enseñar como a lo largo de todo el evangelio.
-         Pídele a Jesús ser capaz de una entrega y generosidad como la de esta mujer. Ser capaz de entregarte del todo a ÉL sin reservarte nada para ti.
-         ¿Te sientes interiormente forzada/o a hacer cosas que superan tus fuerzas y tú capacidad? ¿quién te obliga? ¿son otras personas o bien es tu misma conciencia que te lanza a ello? ¿Te has parado a preguntarle a Jesús si realmente el quiere esa entrega, esa perfección de tu parte? ¿Cuál es la voluntad de Jesús, qué ha pensado para ti? Sus planes sobre ti tienen que ver con tu identidad, aquello que tú eres en el corazón de tu propio corazón.


                                                                                    Inma Fabregat



No hay comentarios:

Publicar un comentario