“Jesús se sentó junto al arca del
Tesoro, y miraba como la gente echaba monedas en el arca, muchos ricos echaban
mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas. Entonces llamando a
sus discípulos les dijo: os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más
que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que
les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto
poseía, todo lo que tenía para vivir”
Comentario
y pistas para la oración
Las viudas
en aquél tiempo eran personas vulnerables a todos los niveles, al perder a su
marido quedaban expuestas a la pobreza, a la ley del levirato, a tener que ser
recogidas en casa de algún familiar varón. Por tanto suponían un peso para la
sociedad. La viuda se acerca al cepillo y echa en el dos leptas, los leptas
eran las monedas más pequeñas del sistema monetario judío. Objetivamente la
limosna que hace es insignificante, pero en realidad ella ha echado todo lo que
tenía para vivir. Por tanto, esta mujer, a primera vista insignificante, es
ejemplo de confianza en Dios, de valentía, de generosidad. Da todo lo que tiene
para vivir, y se deja confiada en las manos de la providencia que cuidará de
ella.
En el
Antiguo Testamento podemos encontrar también el ejemplo de la viuda de Sarepta,
esta viuda recoge en casa al profeta Elías. Le quedaba para vivir solo un poco
de harina y aceite y es capaz de darlo todo para el profeta quedándose ella y
su hijo sin nada. Yahvéh premia su generosidad. Esta viuda pobre, de ser
supuestamente débil, inútil para la sociedad pasa a ser una mujer fuerte y
salvadora del profeta. Lo mismo podemos ver en el caso de Tamar y Judith, se
sacrifican ellas y así salvan al pueblo.
Podemos ir
un poco más allá en la reflexión y ver como esta viuda que Jesús ve en el
Templo es víctima de la explotación de los sumos sacerdotes. Su ofrenda es
voluntaria, pero es posible que por la doctrina de los escribas esta mujer se
sintiera obligada a hacer esa limosna, sin ser capaz de evaluar críticamente si
es bueno hacerla o no. Sobre ella podía pesar un sentido de culpabilidad mal
orientado.
-
Pídele
a Jesús ser capaz de una entrega y generosidad como la de esta mujer. Ser capaz
de entregarte del todo a ÉL sin reservarte nada para ti.
-
¿Te sientes
interiormente forzada/o a hacer cosas que superan tus fuerzas y tú capacidad? ¿quién
te obliga? ¿son otras personas o bien es tu misma conciencia que te lanza a ello?
¿Te has parado a preguntarle a Jesús si realmente el quiere esa entrega, esa perfección
de tu parte? ¿Cuál es la voluntad de Jesús, qué ha pensado para ti? Sus planes sobre
ti tienen que ver con tu identidad, aquello que tú eres en el corazón de tu propio
corazón.
Inma Fabregat
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