Seis días después, toma Jesús consigo
a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto.
Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes,
muy blancos, tanto que ningún batanero de la tierra sería capaz de blanquearlos
de ese modo. Se les aparecieron Elías y Moisés y conversaban con Jesús.
Toma la palabra Pedro y dice a Jesús:
“Rabí, qué bien estamos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías” – pues no sabía que responder, pues estaban
atemorizados – Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino
una voz desde la nube: “Este es mi Hijo amado, escuchadle” Y de pronto, mirando
alrededor ya no vieron a nadie, más que a Jesús solo con ellos.
Jesús ofrece
esta experiencia como un momento de respiro en la dureza del camino, pero esta
experiencia no es la vida ordinaria, no se pueden quedar anclados en ella.
Aparece la
voz de Dios Padre para apoyar el mensaje que el Hijo quiere comunicar: que su
camino pasa por la cruz antes de llegar a la resurrección.
-
¿Tienes
o has tenido tú una experiencia parecida a los discípulos? ¿Has experimentado
en tu camino de seguimiento momentos luminosos y tienes deseos de que estos
momentos permanezcan?
-
¿Te
cuesta aceptar las dificultades del seguimiento de Jesús?
Inma Fabregat
No hay comentarios:
Publicar un comentario