“Se marchó de allí y fue a la región
de Tiro. Se alojó en una casa procurando pasar desapercibido, pero no lo
consiguió; una mujer que tenía una hija poseída por un espíritu impuro se
enteró en seguida, fue a buscarlo y se le echó a los pies.
La mujer era griega, una fenicia de
Siria, y le rogaba que echase le demonio de su hija. Él le dijo: Deja que coman
primero los hijos. No está bien echarles a los perros el pan de los hijos. Pero
ella replicó: Tienes razón Señor; pero también los perros, debajo de la mesa,
comen las migajas que tiran los niños. Él le contestó: Anda, vete, que por eso
que has dicho, el demonio ha salido de tu hija. Al llegar a su casa, se
encontró a la niña echada en la cama; el demonio se había marchado”
Comentario
y pistas para la oración
Jesús ha
salido de los límites del mundo judío y ha pasado a tierra de paganos. Llama la
atención ver que llega al nuevo territorio y parece estar escondiéndose en
casa, como si algo lo frenara a predicar y extender el mensaje del reino
abiertamente. Quien lo fuerza a salir de su escondite es una mujer, una mujer
pagana. Ella sufre por su hija y viene a pedir por ella. Es muy significativo
que Jesús la atienda pues es mujer, es pagana y encima le pide por otra que
además está poseída. Escucha a la madre y finalmente le da la razón a su
propuesta.
Jesús al
principio le responde desde la más pura ortodoxia judía, le dice que primero ha
venido para los judíos no para los paganos. Pero esta mujer es lúcida, ha
entendido y se da cuenta que en el banquete del reino hay tanta comida que también los paganos pueden participar. Es
decir que la generosidad de Dios Padre es tanta que los no creyentes no pueden
quedar excluidos.
Vemos un
Jesús sencillo, sin pretensiones, pues se presta a atender a esta mujer y a su
hija.
Si
profundizamos el texto vemos que esta mujer es figura de la injusticia que
sufrían las clases más pobres frente a los ricos. Esta mujer griega y de
procedencia siro-fenicia no era una mujer pobre, sino perteneciente a la clase
acomodada. Su hija, menor de edad e incapaz de decidir por sí misma, sería
imagen del pueblo pagano sometido a la clase acomodada. Jesús quiere liberar de
esta injusticia social.
-
¿Crees
tener algún prejuicio ante los que no son como tú, por su sexo, religión, raza,
cultura…?
-
¿Experimentas
en ti alguna inhibición que te hace no comprometerte a fondo por Jesús
aportando a los demás toda la riqueza que posees? Pon nombre a esta o estas
inhibiciones ¿miedo, falta de confianza
en ti mismo/a, falta de amor a Jesús o a ti mismo/a, pereza, falta de
sensibilidad, comodidad…?
-
¿Eres
audaz para lanzarte a la misión, para responder a las llamadas de Dios, a lo
que Él te inspira?
Inma Fabregat
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