“De allí, Jesús se marchó a Judea y a
Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según
costumbre les enseñaba. Se acercaron unos fariseos y le preguntaron para
ponerlo a prueba: ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer? El les
replicó: ¿Qué os ha mandado Moisés? Contestaron: Moisés permitió divorciarse,
dándole a la mujer un acta de repudio. Jesús les dijo: por vuestra terquedad
dejó Moisés escrito este precepto. Al principio de la creación Dios los creó
hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se
unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos,
sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. En casa,
los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. El les dijo: si uno se
divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y
si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio”
Comentario
y pistas para la oración
Los fariseos
buscan probar a Jesús, por eso se
acercan a preguntarle. No tienen ninguna intención de aprender, ni se interesan
por la doctrina del Maestro, su intención al preguntar es mala. Jesús les
contesta con una pregunta sobre el mandato de Moisés, es decir por el plan
auténtico de Dios, por lo que estaba prescrito desde antiguo para el
matrimonio. Jesús busca la voluntad de Dios Padre para esta cuestión. Pero los
fariseos le contestan solo sobre la cuestión del divorcio. Por eso Jesús en su
respuesta va a fondo. Afirma que Moisés permitió el divorcio solo por la dureza
de corazón del pueblo, por su incapacidad de amar, de comprometerse a fondo.
En tiempos
de Jesús había escuelas rabínicas que aceptaban el divorcio bajo cualquier
escusa, por motivos poco importantes el marido tenía derecho a dar acta de
repudio a su mujer, solo debía pagarle a la mujer lo que estaba prescrito en el
contrato de matrimonio.
En el
trasfondo de este pasaje hay una cuestión de igualdad entre el hombre y la
mujer. En el judaísmo sin duda el varón se situaba por encima de la mujer, pero
Jesús no acepta esta situación.
En este
pasaje Jesús proclama indisoluble el matrimonio. Forma parte del plan de Dios
que hombre y mujer se unan para formar una sola carne. Es una comunión reflejo
de la comunión que la Divinidad vive en su seno: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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Deja
que las palabras de Jesús resuenen en tu interior: “De modo que ya no son dos
sino una sola carne”
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